historia de una cuentista

Había una vez…

…tres reyes magos que se fueron de sus tierras llamados por la noticia que había nacido un niño Dios. Y llegaron a verlo un seis de enero, acostado en un pesebre en la ciudad de Belén. Uno de esos reyes se llamaba Gaspar, otro Melchor y el último Baltazar.

Había una vez un perrito rey llamado Gaspar que partió hacia una estrella un seis de enero.

Y se llevó tanto de mi corazón que no podía ni escribir. Y le decía a un amigo que me diese tiempo porque necesitaba: «escribir en mi alma el epitafio de mi amado Gaspy…»
Ese amigo, sin proponérselo, con sus palabras empezó, me ayudó, me dio el comienzo de lo que yo quería decir de mi Gaspy. Escribió esto:
«Inspírate en la idea de que fue un perrito con suerte. De los millones de perros que existen y han existido, muchos tienen o tuvieron amos jóvenes e irreflexivos, o caprichosos, o incluso algo crueles (de intención o de hecho).
En cambio Gaspy tuvo un ama que lo quería y que era en realidad una amiga.
Probablemente no pudo evitar -como ningún perro puede evitar- parecerse a
su dueña. También desde esa perspectiva podemos decir que fue un perrito
más afortunado que muchos de sus congéneres.
Si hay un cielo de los perritos, seguramente él se ha ganado un lugar ahí :~) «


Entonces, después de estas palabras de Jdujan solo lamenté haberme olvidado de ponerle en su última cucha, frente al río y mirando el sol, donde lo dejamos con Álvaro, su osito panda. Pero como él es muy vivo seguramente ya le habrá quitado a alguien, como alguna vez lo hizo con Laura, un osito de peluche para jugar.

Y algún día nos volveremos a vivir juntos para no separarnos.

Es lo que más lamento de esta forma de vida. Las separaciones. Seguramente debe existir otra etapa, otra vida en que las separaciones no suceden nunca, se vive para siempre junto al que amamos…aunque esa etapa se llame Eternidad.

Te amo, Gaspy. No te olvido y me cuesta mucho vivir sin ti. Pero aquí está Celle-ci que también te busca por toda la casa y se ha pegado a mí para que sobrellevemos juntas tu ausencia. Ella está muy vieja y debo cuidarla. Siempre pensé que tendría que consolarte a ti y el destino hace que te vayas primero y que nos dejes a las dos, tristes y solas. Pero tanto ella como yo un día estaremos otra vez contigo. Cuídate mucho y espéranos.

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